Oda a la fresa fresca

Cuando era pequeña, recuerdo lo preciado que eran los días cuando mami traía del súper un paquete de fresas frescas. Eso, auque ahora me parece increíble, no era cosa de todos los días. De hecho-todo lo contrario-con seis hermanos en la casa, más el precio de importación, solo se compraban fresas en ocasiones muy muy especiales: para cumpleaños, grandes cenas de familia, graduaciones o en Navidad.


Recuerdo que mis hermanos y yo no podíamos esperar a verlas en la nevera para darle un ataque de nervios a mi mamá, quien quería protegerlas a toda costa para que duraran al momento de servirlas. E igualmente con el tan preciado pote de Reddi Wip que todos queríamos llevar directamente a la boca sin pensarlo dos veces. Eran algo muy muy preciado.

Ahora, por cosas de la vida, me mudé a los Estados Unidos y me emociono más con los mangós y las quenepas que con un paquete de fresas frescas, pero de la misma manera, las añado con mucho cariño a mi lista semanal del súper. ¡Y ahora más que están en temporada! Puedo conseguir un paquete por menos de $2 dólares en San Antonio, cuando se encuentran por casi $6 ó $7 dólares en Puerto Rico. (Por eso, no saben la alegría al saber que ya hay personas en la Isla cultivando fresas en huertos urbanos y lugares montañosos. Había que hacerlo.)

Las fresas son una fruta vital en la dieta de todos, no solo para comerlas como postre, sino para incorporarlas en ensaladas y como parte de una merienda saludable. Incluso, son consideradas como uno de los alimentos más saludables del mundo y proveen una poderosa fuente de antioxidantes. (The World's Healthiest Foods organization) También contribuyen a la protección de la estructura celular y a la prevención de daños causados por el oxígeno en nuestros órganos. 

Además, las fresas protegen al cuerpo contra ciertos tipos de cáncer y fomentan una visión saludable al igual que las zanahorias. En cuanto a su valor nutricional, las fresas son una rica fuente de vitamina C, magnesio, fibra, potasio, vitamina B5 y B6, además de ácidos grasos de omega 3, por mencionar algunos.

Al momento de comprarlas, debes asegurar su calidad seleccionando las fresas que estén firmes, brillosas, que mantengan su color rojo intenso y estén libres de puntos verdes. También, es importante comprarlas cuando ya tengas pensado utilizarlas, porque de lo contrario, pierden su frescura muy rápido.

 A continuación, una de mis recetas favoritas… Pie de Fresas Frescas:


Pon a descongelar una corteza de pie refrigerada de Pillsbury u otra marca. Luego, ponla al horno en un molde para pie a 450 grados por 15 minutos.  Una vez esté listo, déjalo descansar hasta que se enfríe y vierte 5 tazas de fresas cortadas en pedazos pequeños.

Mientras tanto, combina en una olla una taza de azúcar, tres cucharadas de maicena disuelta en media taza de agua y una taza de fresas machacadas. Déjalo hervir por unos minutos y mézclalo hasta que todo quede bien incorporado. Déjalo descansar por 30 minutos. Una vez se enfríe, vértelo sobre el pie con las fresas y déjalo en la nevera por al menos 3 horas. ¡Listo! Sírvelo con mi whip cream favorito Reddi Wip para celebrar los viejos tiempos. 

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